50 TR
- Palma de Mallorca, Islas Baleares
- 2021
- 6.900 m²
El barrio de La Soledad, donde se emplaza el proyecto, es un barrio en auge y desarrollo, cargado de cultura y carácter. Fue uno de los principales centros de desarrollo industrial manufacturero de mediados del siglo XIX de la ciudad de Palma. Existen restos de fábricas textiles y de calzado que hoy en día se han convertido en museos, parques y edificios culturales para la realización de actividades enfocadas a la participación ciudadana.
La cercanía de la autopista, colindando con la parcela por uno de sus laterales, y la construcción de una nueva calle de 90 metros de largo como parte del encargo y que será el nexo de unión con el futuro equipamiento público de carácter social y el espacio verde municipal previstos, marcan los inicios del proyecto.
Compuesto por dos volúmenes que se separan, el acceso se realiza mediante el vacío que se genera. Protegido por una cubierta vegetal que enlaza los dos volúmenes y que se va perforando para dejar que la luz natural pase a través de los huecos por los cuales se podrá observar la vegetación de la parte superior. Estos volúmenes se adosan a la calle creando un espacio central de 2.000 metros cuadrados a modo de gran patio comunitario que estará compuesto por jardines, piscinas, solárium y plazas. Este espacio verde es el encargado de contener una masa arbórea que disipará el ruido provocado por la autopista.
Como punto de partida en el diseño del proyecto se ha tenido en cuenta en todo momento el bajo mantenimiento y la máxima eficiencia energética, alcanzándose la certificación energética A. Una constante que se ha cuidado a lo largo del proceso creativo ha sido la relación del interior del edificio con el exterior donde se encuentran los espacios cargados de vegetación y zonas verdes donde disfrutar al aire libre.
Perforar los espacios para provocar la entrada de luz, ventilación y vegetación es una estrategia que va dando forma al edificio. Su uso se potencia en la planta sótano, donde se toma la decisión de suprimir el uso de ventilación forzada por considerarse un derroche de energía, en cambio, se proyectan 4 patios de grandes dimensiones donde se plantarán árboles y vegetación de diversas especies autóctonas, además de otras aperturas que aportarán luz y ventilación natural al sótano. Estos huecos mantienen al edificio conectado en todo momento con el espacio exterior y la vegetación presente en él, a su vez, desde el exterior también se mantiene presente el interior.
Los 50 pisos que componen el complejo residencial Tomas Rullan se caracterizan por la relación con el espacio exterior ajardinado diseñado en el centro de la parcela, relación que se establece mediante las terrazas o patios existentes en cada una de las viviendas. Gracias al clima mediterráneo estas zonas exteriores se convertirán en el foco neurálgico de la vivienda.
El interior de los pisos tiene un ambiente cálido y sencillo, con colores neutros haciendo alusión a los materiales y tonalidades de la arquitectura tradicional mediterránea, generando una atmósfera relajada y acogedora que a su vez es atemporal. Son pisos funcionales donde la elección de los materiales se ha enfocado al bajo mantenimiento.